sábado, 31 de octubre de 2009

Noches de reflexión: entre la lluvia y la música

Es magnífica la frase de Michael Foucault:

"No se puede hacer ni la historia de los reyes ni la historia de los pueblos, sino la historia de lo que constituye uno frente al otro... estos dos términos de los cuales uno nunca es el infinito y el otro cero".

La historia, las memorias, el pasado hecho carne aquí y ahora. El presente y el futuro, los niños y los viejos, entre los abismos generacionales hay algo que persiste y nos permite hablar de continuidad histórica. Los jóvenes de ayer y los de hoy, por necesidad, por vivencias y contextos son disímiles y los serán los venideros.

¿Qué somos? ¿Hacia donde vamos?, preguntas filsóficas, preguntas de personas comunes. demasiadas preguntas para una noche. Somos lo que nos diferencia, cada uno de nosotros tiene particularidades que se expresan en acciones y prácticas concretas. Pero ¿qué nos une?, ¿cómo construir una historia de todos, del pueblo?

Divisiones, antagonismos, ¿¿¿a alguien le interesa esto??? Digo, discursos políticamente correctos, educación sin contenidos, televisión justiciera y solidaria. Valores, códigos que se dicen perdidos, ¿pero qué perdimos? O mejor dicho, ¿construimos algo?, ¿mejoramos como personas?.

Ambigüedad, contradicciones en una sociedad que tiende a ser más receptiva y abierta, al mismo tiempo que cruel, esclavista y desigual. Algo de todo eso hay en nuestras naciones, en las que se configura un ser difuso, inconsistente, fragmentado, un sujeto en crisis que no tiene relatos para sostenerse. Esa es la clave para empezar a escribir las historias de un mundo, que muchos pensadores denominan postmoderno. Un mundo que no sólo llora sino que también ríe, lucha y resiste.