martes, 13 de mayo de 2008

Inocencia perdida

Por Eliana Comas


El trabajo infantil es una problemática que se ha perpetuado con el tiempo en todo el mundo. En Argentina fue creada en el año 2002 la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, sin embargo es uno de los países de América Latina donde esta modalidad de trabajo ha crecido de forma alarmante, al aumentar seis veces en pocos años, como consecuencia de la crisis económica.

Se estima que el 6, 5 % de los niños argentinos de entre 5 y 13 años cumplen alguna tarea, y que trabaja el 20, 1 % de los adolescentes de entre 14 y 17.[1] Más allá de la información numérica, que ya es de por sí escalofriante, no debemos olvidar el ser humano que se solapa detrás de los porcentajes. Porque un niño es un individuo, una historia de vida, una persona con rostro e identidad y el trabajo amenaza su estimulación, desarrollo físico, mental, social y moral.

El trabajo infantil se manifiesta en mayor medida en los grandes centros urbanos, allí podemos ver a los chicos cartoneando, cirujeando, cuidando vehículos, lustrando zapatos, vendiendo, mendigando, pidiendo dinero y comida. Con su inocencia están expuestos a los peligros de la calle - principalmente al consumo de drogas - y poco a poco van incorporando sus códigos y lenguaje.

Creo que hay un punto en el que todos somos iguales, todos tenemos derecho a existir, a comer, a tener una vivienda digna, educación, a tener un futuro…Tenemos entonces por delante una tarea que no es sencilla: sensibilizarnos, comprometernos como ciudadanos, encontrarnos en el prójimo, en su sufrimiento, comprender que lo que le pasa al de al lado no es su problema sino mi problema también.

Hay que desnaturalizar el hecho de que los chicos trabajen, sean explotados y abusados, porque los niños de hoy, aunque sea una frase trillada, son los adultos del mañana. Luchar por los derechos humanos es sin dudas humanizarnos, no desconocer lo que pasa sino estar atentos porque los niños no tienen que perder su inocencia ni tener responsabilidades de grandes. Sólo así nuestras sociedades, las del siglo XXI, tendrán niños sonrientes.



[1] Diario La Nación. Suplemento Comunidad. Trabajo infantil, infancia robada. Sabado 17 de febrero de 2007.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Eli acá estoy merodeando por tu blog!!!!!:)
Si todos pensaran como vos sería todo mucho más fácil y sencillo. Pero, lamentablemente, es una realidad triste y lamentable valga la redundancia :(

Un beso Eli!!!!!
Y seguí timoneando a los pasajeros de las dudas!!!!!
Te quiero
Soy Marti (todavía no recuperé la contraseña)

Eliana dijo...

Hola Marty! Y bueno, hay que tratar de ser optimistas! Creo que las personas podemos cambiar y que somos seres hiper sensibles, solo nos falta ser más demostrativos.

Gracias amiga por merodear por el blog!!

Hermes dijo...

Justamente eso: que no se crea natural esta situación.

Sigo expectante a tus ideas.

Eliana dijo...

Si claro, hay que levantar las banderas contra lo natural y habitual!

Gracias Hermes por tu comentario!